La obra de Olga Esther va sobre princesas que no quieren ser princesas, pájaros que lloran sangre y sapos que se suicidan porque los ignoran, todo eso con el fin de hablar sobre género y feminismo utilizando el simbolismo de los “cuentos de princesas”. La artista valenciana pinta a las invisibles, a las niñas olvidadas, a las pequeñas “nadies” de este mundo, pero sobre todo, a todas las que no tienen a nadie.
Su niñas que no son nadie y no tienen a nadie se han convertido en princesas que no quieren ser princesas. Y de esta manera la contradicción que vive en su interior también se refleja en la obra de Olga Esther. Un trabajo que combina los anhelos infantiles de los cuentos de princesas con la rebeldía que esto provoca.
¿En qué se inspira la obra de Olga Esther?
Para contextualizar, Olga Esther nació en Valencia, el 2 de enero de 1975, cuando la dictadura franquista estaba en su etapa final. Sus padres eran activistas del movimiento antifascista, defensores de las libertades y la justicia social, lo que ha influido muchísimo en su forma de entender la vida y también el arte.
Olga Esther era una chica tímida que amaba los animales pero dejando atrás sus ideas infantiles de estudiar zoología, se inicia en Bellas Artes en la Universidad Politécnica de Valencia, un lugar donde nunca se sentiría a gusto. No encontró dentro del arte conceptual y la abstracción dominante un espacio para las chicas tristes de ojos grandes. En esa época descubrió el trabajo de la antropóloga feminista Marcela Lagarde.
Después de asistir a varios de sus talleres, fue consciente de lo que significa el feminismo, tanto en la esfera pública como en la privada. El enfoque de género cambiaría su vida personal, su relación consigo misma y con los demás, y es clave para entender su obra. Podéis ver más de su trabajo en su web y en Instagram.
