OscuroClaro

El grabado contemporáneo de Duke Riley relaciona la historia humana de la extracción de materias primas con el grabado sobre residuos plásticos encontrados. Partiendo de la alternativa para el alumbrado de las lámparas, en la década de 1860 el gobierno estadounidense introdujo el queroseno para su uso, anteriormente, el aceite de ballena había dominado el mercado, pero resultaba insostenible teniendo en cuenta el espantoso número de animales sacrificados para obtener energía. Rápidamente, el país hizo la transición a los combustibles fósiles, sustituyendo una práctica nociva y extractiva por otra. Aunque la caza de ballenas ya tenía consecuencias económicas, también originó una forma de arte principalmente náutico conocida como “Scrimshaw”, o grabados en hueso o marfil.

A Duke Riley le apasiona la historia marítima y los acontecimientos en torno a las vías fluviales. Su distintivo estilo combina acontecimientos históricos y contemporáneos con elementos de ficción y mitos para crear historias cargadas de simbolismo. Sus narrativas redefinen una serie de temas, como el impacto cultural del desarrollo excesivo y la destrucción medioambiental de las comunidades costeras, así como las contradicciones de las ideologías políticas y el papel del artista en la sociedad.

Los desechos plásticos como vestigios contemporáneos en el grabado contemporáneo de Duke Riley

Los grabados contemporáneos de Riley convierten los residuos plásticos en reliquias de nuestro tiempo que pueden sobrevivir a la humanidad. “Cuando uno va a un museo marítimo y ve estos retratos de “Scrimshaw” en dientes de ballena, a menudo aparecen los personajes que más se beneficiaron de la industria del aceite de ballena y que son los principales responsables de la desaparición de dos especies de ballenas del planeta”, Comenta Riley. El artista también se inspira en esta tradición, grabando en las superficies duras versiones estereotipadas del presidente de Exxon, John Kenneth Jamieson, o de Arnold Schwartz, fundador de Paragon Oil, que más tarde se vendió a Texaco.

La obra de Riley aborda la tensión entre el comportamiento individual y social en cuanto a los conflictos medioambientales, a través del dibujo, el grabado, el mosaico, la escultura, las intervenciones performativas, las infiltraciones y el vídeo estructurado como instalaciones multimedia. El artista combina mitos populistas y datos históricos inciertos con dilemas sociales y medioambientales contemporáneos, relacionando pasado y presente y llamando la atención sobre cuestiones sin resolver. Para conocer más de esta grandiosa obra, podéis entrar en su web y seguirlo en Instagram.

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