La joven artista Gleo, originaria de la ciudad de Cali en Colombia, es una figura en alza en la escena artística latinoamericana. Con sus coloridos murales, la artista callejera colombiana representa su identidad a través de retratos de mujeres, y su personal visión del mundo.
Gleo se formó a través de sus viajes por América del Sur, particularmente en las capitales del arte callejero como Ciudad de México.
Inspirada por las leyendas populares y el folclore de su país, Gleo imagina retratos surrealistas, cuyos rostros parecen tatuados, enmascarados y rodeados de grandes ojos amarillos, símbolos de poder y sabiduría. Su universo único trasciende a las culturas como un lenguaje universal.
Todo comienza a la edad de 17 años, cuando la joven artista pinta una pared blanca frente a su casa. Poco a poco, invade el barrio con sus criaturas marinas hechas a mano. Se apropia del espacio público, un espacio que pertenece “a todos y a nadie al mismo tiempo”. Luego trata de hacerse la pregunta ¿Por qué pinto? y responderla con figuras místicas que nos invitan a recordar que somos parte de un “todo”.La artista callejera se inspira en la antigüedad, en el principio de los tiempos, en las culturas ancestrales y en las primeras creaciones, lo que demuestra que el hombre siempre ha tenido esta necesidad irrefrenable de crear.
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Sistemas de retículas: Un manual para diseñadores gráficosEn sus pinturas, muy a menudo encontramos el motivo de los ojos amarillos: misteriosos, perturbadores, místicos… son un símbolo de ciclo e infinito. Sus personajes parecen llevar máscaras y representan elementos como el agua, el fuego, la tierra o el aire, pero también el universo entero. Hay una fuerte dualidad entre lo que es verdad y lo que es onírico, el mundo de los sueños.
Lo que Gleo(instagram) encuentra interesante en su enfoque artístico es dejar que la calle sea la verdadera crítica de su trabajo. “Cuando pintamos en la calle, el trabajo final no nos pertenece, pertenece a la gente que vive allí.
El pueblo decide si lo preserva o lo elimina, ellos son los verdaderos jueces”. Algunas de sus obras fueron cubiertas después de unos días, mientras que otras duraron meses o incluso años. Siempre hay una cierta cantidad de azar y suerte en el arte callejero.