Un nuevo movimiento de arte popular aparece en el Congo y es categorizado como “Dramático, fuerte y visual”, por el fotógrafo Stéphan Gladieu quien tuvo su primer encuentro con el renacimiento de un movimiento de arte popular ancestral en Kinshasa, República Democrática del Congo.
Kinshasa es la capital del Congo, y también uno de los tantos lugares a los que los países norteamericanos y europeos envían sus residuos. A pesar de que hacerlo es ilegal, los países más ricos siguen enviando toneladas de desechos con el conocimiento previo de que estos países no disponen con los recursos suficientes para tratarlos o reciclarlos. Por el contrario, estos residuos se asientan, aumentan y lentamente ahogan todo lo que les rodea.
Un nuevo movimiento de arte que nace como respuesta al desastre ecológico de las basuras en el Congo
Para hacer frente al desastre ecológico, los jóvenes de Kinshasa han comenzado a reconvertir la basura en vestidos religiosos tradicionales que fueron destruidos, al igual que otras tradiciones y rituales culturales, a causa del catolicismo de la colonización.
El fotógrafo Stéphan Gladieu (web), quien se encontraba investigando sobre el yoruba para otro proyecto fotográfico que aún no se ha publicado, Gladieu descubrió unas fotos borrosas de una chica vestida con botellas de plástico. Cuando se puso en contacto con ella, descubrió que ya existían varios trajes de este tipo en Kinshasa y que eran elaborados por artistas locales como respuesta cultural al cada vez mayor problema de la basura. Sin embargo, algunos se encontraban dañados por la falta de recursos para conservar adecuadamente las piezas. La mano de obra era muy variada. Podía llevar varios días restaurar una máscara si se trabajaba en grupos de tres o cuatro personas.
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El planteamiento de los jóvenes artistas de Kinshasa y el enfoque fotográfico de Gladieu destacan este proyecto por encima de otro arte ecológico relacionado con esta región. “No quería hacer un trabajo que fuera oscuro. Se han hecho muchos trabajos así”, confesó Gladie, queriendo evitar que los espectadores se sientan obligados a prestar atención. “La gente no quiere ver y no reacciona realmente a esas imágenes. No les ayuda a darse cuenta de que todos tenemos una responsabilidad personal en la forma en que consumimos y tiramos las cosas”. Este proyecto también honra mejor la capacidad de acción y resistencia de la comunidad de Kinshasa. Enaltece la reivindicación de su cultura en lugar de las violencias del sistema que se ejercen contra ellos.
