Damjan Cvetkov Dimitrov y Nina Geometrieva, se adentraron en la bulliciosa metrópoli de Tokio. Su misión era capturar la esencia de una ciudad donde cada rincón es un lienzo, y cada edificio una obra de arte.
El punto de partida de esta odisea visual fue la icónica Torre Nakagin(1972), no solo un lugar donde descansar, sino una experiencia en sí misma. Este hotel cápsula, ya demolido y diseñador por Kisho Kurokawa y diseñado en la era del metabolismo arquitectónico, es en sí mismo un manifiesto de minimalismo compacto, donde la funcionalidad se alía con el arte. La fachada, una composición de cubos que parecen flotar uno sobre otro, es un reflejo de cómo el exterior y el interior dialogan en perfecta armonía, como si las líneas del diseño se extendieran más allá de las paredes, tejiéndose con la urbe que se extiende a sus pies.
Durante su estancia, Cvetkov Dimitrov y Geometrieva no se limitaron a las postales clásicas de Tokio. Si bien los lugares populares y los grandes rascacielos son parte ineludible de la narrativa de la ciudad, también quisieron descubrir aquellos rincones menos iluminados, las esquinas que esconden historias en sus sombras, los vestigios de una época que se resiste a desaparecer ante el empuje de la modernidad.
Fue así como su serie de fotos, titulada “Tōkyō Desu”, comenzó a tomar forma. En cada imagen, lograron plasmar no solo la diversidad arquitectónica de la capital nipona, sino también la esencia de una ciudad en constante cambio, donde cada calle es un diálogo entre el ayer y el hoy. Los templos silenciosos coexisten con la algarabía de los mercados, los santuarios solemnes comparten espacio con tiendas de moda vanguardista, y los parques tranquilos se contraponen al ritmo frenético de las zonas de ocio nocturno.
Fotografía profesional para Instagram
Fotografía profesional para InstagramLa fotografía de Cvetkov Dimitrov y Geometrieva se convierte en un testimonio de la arquitectura futurista que irradia Tokio, donde los edificios parecen naves espaciales ancladas entre calles y avenidas, y las fachadas de vidrio reflejan el ritmo incesante de una ciudad que nunca duerme.
Las impresionantes fotografías de la serie “Tōkyō Desu” son un recordatorio de la capacidad del arte para transportarnos. A través de su lente, descubrimos una Tokio que es tanto íntima como expansiva, familiar y a la vez sorprendente. Es una invitación a perderse entre sus imágenes, a contemplar la belleza en los detalles y a reflexionar sobre la naturaleza efímera de los espacios urbanos.