Tom Schamp (Mortsel, Bélgica) es un ilustrador inevitablemente gracioso e inevitablemente talentoso, para muestra su depurada técnica, y ese rojo que nunca pasa de moda. A pesar de lo cálido y lo placido de sus imágenes hay una suerte de guiños en los detalles que las vuelven un laberinto de pasiones (me sonó a telenovela) y crea una naturalidad en los eventos extraordinarios.