Haejung Lee se graduó en la Universidad de York (2013) con una licenciatura en Artes Visuales, centrada en la representación y la conservación de la memoria. La documentación ocupa un lugar importante en su trabajo artístico, que es casi de archivo.
Cada una de sus obras representa una pequeña parte de sí misma, que trata de conservar contra viento y marea para no perderla en la loca carrera del tiempo. Una especie de diario, que se extiende a lo largo de los años.
La artista pone sobre el papel trozos de recuerdos, de momentos específicos, una dificultad que ha sido superada o que aún la persigue hoy en día. Retratan las diferentes orientaciones de su vida, así como sus emociones en un momento dado, y sus experiencias. Retratos, en colores pastel, que parecen desvanecerse en la niebla, o fluir como los granos de un reloj de arena.Las pinturas de la artista coreana representan aspectos de su físico, como sus ojos o su boca, pero también su personalidad. Añade elementos de la naturaleza como hojas, flores, animales o frutos.
Su objetivo es hacer que el espectador reflexione sobre todos los pequeños detalles que conforman su vida, todos los pequeños momentos que determinan quién es ahora, y que se pierden en los meandros del olvido.
En esta era de las redes sociales, podemos preguntarnos si nuestra presencia digital es inmortal. O si sólo el arte puede conquistar el tiempo y crear puentes entre las épocas.
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